La Casa en Comunidad como ejercicio de autonomía

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Es  increíble la transformación que hemos experimentado, tanto yo como educadora, así como los adolescentes en Casa en Comunidad. En circuito cerrado los niños y adolescentes dependen mucho de los adultos, en comunidad desarrollamos habilidades y destrezas conjuntamente para que sean autónomos, tomen sus propias decisiones y experimenten nuevas emociones todos los días.
 
Se dio el cambio un 8 de febrero y llegamos a la parroquia de CHIQUINTAD, en Cuenca, con todo un río de preguntas e incertidumbres. ¿Cómo sería la vida en ese sector? ¿Qué nos esperaba en esa parroquia? ¿Cómo serían los vecinos?
 
Éramos el equipo técnico, cuatro adolescentes: Juan, Stalyn, David y Ángelo, y yo. Cuando llegamos, los vecinos nos saludaron con atención y cariño, todo fue muy natural y eso nos dio seguridad.
 
David de 17 años ahora piensa diferente, cuando no está el almuerzo o la merienda se levanta las mangas de la camisa y cocina para todos. En circuito cerrado teníamos todo listo, desde el café para servir en la mesa, ahora ellos son los que sirven y dicen “tía tome su plato de comida o café y sírvase”. Ellos son los que se organizan para limpiar los espacios de la casa con mi ayuda.
 
Juan de 16 años estudia en Ricaurte y tiene que tomar dos buses y recorrer un largo trayecto. Se levanta a las cinco de la mañana, se baña, se arregla, se pone su uniforme, se sirve su desayuno y sale a tomar el bus cuarto para las seis de la mañana.
 
Ángelo tiene 13 años es responsable en el área educativa, cumple con sus obligaciones de la casa y es bastante colaborativo y solidario con los compañeros, que lo consideran un líder como ejemplo a tener en cuenta. 
 
Stalin es un adolescente de 14 años que le gusta estar bien presentado y arreglado. Es espontáneo, muchas veces arregla toda la casa especialmente cuando  todos estamos ocupados con diferentes actividades.



 
Ninfa Rodriguez
Educadora Programa Cuenca