Educadora en comunidad

Diana trabajaba antes en el circuito cerrado de la aldea de Ibarra, ahora es parte de la comunidad como muchas de sus compañeras.

“Como educadora este cambio significó romper muchos paradigmas, sobre vivir en la ciudad y salir del circuito cerrado, teníamos el temor de no saber a quién pedir apoyo y tener incertidumbre de qué nos puede suceder en la ciudad” expresa Diana al contar este cambio. Diana ahora se siente feliz porque cuenta que “los niños, niñas y adolescentes vivieron su propia experiencia, lograron adaptarse con mayor facilidad”.

“Actualmente podemos observar que los niños, niñas y adolescentes han desarrollado más herramientas para vincularse a la comunidad, ahora es emocionante ver como salen, cogen el bus y van a clases, ver que han podido ampliar su rango de amistades, que ahora salen al parque y comparten los espacios con otros niños, que juegan y se divierten, lo que antes en las casas en circuito cerrado tan solo jugaban entre ellos”.

Diana expresa que esta experiencia ha fortalecido a los niños a su cargo, ya que ellos y ellas conocen sus redes de apoyo como el sub centro de salud, el mercado, las farmacias y qué buses coger para ir a sus escuelas y colegios.
“Ser una educadora en comunidad también es una gran responsabilidad y una oportunidad de aprendizaje personal” nos cuenta Diana.