abril 29 2016

Normas para la protección de la niñez en emergencia



En las situaciones humanitarias, se acentúan los patrones de violencia. Las familias y otras fuentes de protección se encuentran generalmente bajo una gran presión y el entorno protector de los niños, niñas y adolescentes queda debilitado, lo que puede dar lugar a que miembros de la familia o de la comunidad abusen de ellos, exponiéndolos así a un mayor riesgo de violencia doméstica, abuso sexual y físico y de castigo corporal.

Las familias pueden recurrir también a prácticas dañinas como mecanismos de supervivencia después de una emergencia. Así, por ejemplo, podrían llegar a concertar un matrimonio precoz de sus hijas para mantenerlas o mejorar la situación económica de la familia.

Estas prácticas dañinas son una forma de violencia y abuso. Principalmente durante los conflictos, los niños, niñas y adolescentes pueden sufrir una violencia extrema en forma de asesinatos, mutilaciones, torturas y secuestros.

¿Qué debemos hacer? 

  • En consulta con los niños, niñas, adolescentes y adultos, investigar de qué manera las familias, los líderes de la comunidad y las contrapartes del gobierno perciben las diferentes formas de violencia, incluida la violencia doméstica y el castigo corporal, y cómo las abordan.
  • Mapear las prácticas dañinas que puedan aumentar durante las situaciones humanitarias, incluidos los mecanismos negativos de supervivencia.
  • Crear o fortalecer los equipos multidisciplinares de asistentes sociales, agentes del orden público como la DINAPEN y personal de protección especial que está a cargo del MIES y capacitarlos en estrategias de prevención, así como en respuestas adecuadas a cada edad y género que deben adoptar para abordar la violencia y las prácticas dañinas.
  • Mapear los proveedores de servicios de respuesta eficaces y adaptados a los niños, niñas y adolescentes, identificar las carencias y desarrollar estrategias para abordarlas.
  • Capacitar a los profesores, padres y miembros clave de la comunidad en estrategias identificadas localmente -como la disciplina positiva, la mediación comunitaria o las intervenciones de líderes religiosos- para evitar formas comunes de violencia; asegurarse de que también están capacitados para dar respuesta a casos específicos y referirlos a otros servicios.
  • Usando los procesos existentes, desarrollar un sistema de referencia entre los proveedores de servicios que sea eficiente y apropiado para los niños, niñas y adolescentes.
  • Difundir información sobre los sistemas de referencia fácil de entender para quienes trabajan con niños, niñas y adolescentes.
  • Sensibilizar a las personas sobre los síntomas del estrás psicosocial, tanto en los niños, niñas y adolescentes como en los adultos, así como sobre las estrategias para abordarlos sin violencia.
  • Involucrar a los niños, niñas y adolescentes y miembros influyentes de la comunidad en la creación y divulgación de mensajes de sensibilización sobre violencia física y prácticas dañinas. Incluir información sobre los riesgos, las consecuencias y los servicios de apoyo.
  • Utilizar ejemplos que ilustren las consecuencias de las prácticas dañinas con el objetivo de concienciar, facilitar la discusión y encontrar maneras de estimular el compromiso colectivo para erradicar estas prácticas.
  • Proporcionar atención multisectorial con enfoque de género y que sea apropiada para la edad y género de los niños, niñas y adolescentes que hayan sido víctimas de violencia física y prácticas dañinas, así como para sus familias (incluyendo el apoyo psicosocial y médico, la reintegración, las oportunidades de educación y capacitación, entregas de dinero en efectivo, asistencia legal, etc.)
  • Usando los recursos existentes, establecer sistemas eficientes para la derivación de pacientes a otros servicios encargados de proveer respuestas.
  • Identificar a los niños, niñas y adolescentes que hayan sido víctimas de violencia física y de prácticas dañinas y derivarlos a los servicios pertinentes.
  • Establecer sistemas para monitorear la situación de las niñas y niños que puedan estar en riesgo de sufrir violencia, incluido el abandono. Por ejemplo, niñas y niños en instituciones, con discapacidad, separados, en situación de calle, o que hayan estado vinculados a fuerzas armadas o grupos armados.
  • Apoyar la creación de espacios amigables para la niñez y espacios comunitarios seguros, llevando a cabo esfuerzos concretos para garantizar que sean seguros y que prevengan la violencia contra los niños, niñas y adolescentes.
  • Asegurarse de que las personas que tengan contacto con niños, niñas y adolescentes hayan firmado códigos de conducta que prohíban la violencia contra éstos, y que están capacitados en métodos de disciplina positiva.